Escritos, versos, sopas de letras, simulacros literarios, apuntes y machetes

Escritos, versos, alguna que otra novela surrealista, sopas de letras, simulacros literarios, apuntes y machetes.



10.6.11

Realidad Bipolar // La Guerra del Hambre

Realidad Bipolar / La guerra del Hambre


Nadie pudo imaginarlo con la perfección y la magia con que la Madre Naturaleza dibuja sus artísticas obras.

No hubo hombre o mujer alguno capaz de preverlo o deducirlo con suficiente antelación. Yace aquí la ironía precisa.

Lo Irresolutos que podemos ser, aún esforzándonos al máximo por salir de un problema.

La negación humana es capaz de las más silenciosas sorderas y las cegueras más oscuras.

Somos tan obtusos que elegimos obtener la razón antes que obtener la verdad.

El autoengaño, la negación son los verdaderos responsables de esta realidad, donde la razón y la verdad han decidido divorciarse, donde la especie humana ha sido degradada en una guerra, como tantas otras, pero esta por falta de previsión, y de aceptación.

En definitiva, por idiotas.

()

La Naturaleza o el Universo, si quieres, tiene una forma de hacer, de actuar, de exhibirse, de agruparse y de ser.

Le permite ser constante, trascendente.

La materia se agrupa en planetas que al girar sobre un eje, deslizándose simultáneamente sobre sus órbitas, aparentan una circularidad a la vista telescópica, o si queremos ser más simples, nuestro planeta se ve redondo desde el espacio, o así lo testifican quienes pudieron tener el lujo de verlo desde tan lejos.

El círculo, es la perfección geométrica. La coherencia matemática del Todo Aquel del cual formamos parte.

Las ciencias humanas confabularon y se aliaron intentando descubrir el secreto de la madre naturaleza. Matemáticos, físicos, químicos, filósofos, y sabios en general y particular han unido sus fuerzas y transmitido su conocimiento a lo largo de los siglos, intentando dar fe o ser testigos de los movimientos fastuosos y perfectos del universo, de la danza de la vida y la muerte.

Pero del círculo, aún intentamos buscar su cuadratura.

()

Cuando surge el desabastecimiento de alimentos, dentro de una comunidad cerrada, existe la posibilidad de un quiebre.

Ante una ruptura interna, la comunidad cerrada queda dividida en dos bandos:

Favorecidos y desfavorecidos.

En este caso, ante la falta de comida, hablamos de aquellos que tienen más recursos para procurarse de alimentos frente a los que por una u otra causa, no tienen las mismas posibilidades.

Ante la ruptura, la consecuencia es un desequilibrio entre ambos bandos, en lo referente a alimentos.

Hace muchos años que los seres humanos tuvieron esta ruptura dentro de la sociedad que erigieron. El hambre es un mal planetario desde hace mucho tiempo.

Pero en nuestra guerra del Hambre, nos olvidamos que formamos parte de una comunidad cerrada mucho mayor que la sociedad humana.

Planeta Tierra lo llamamos usualmente.

()

La verdad suele ser simple, y es la negación humana quien complica con su miope enfoque la realidad afectada por esta verdad.

El Universo le dio una oportunidad a este planeta, para generar vida diversa. Es lo que nosotros llamamos diversidad, justamente en el momento en que dejó de existir.

La Madre Naturaleza, agradecida seguramente, porque es por todos sabidos que no hay muchos planetas con tanta diversidad de vida girando alrededor del sol o por otras estrellas cercanas, adquirió las mismas capacidades que el Universo.

Y se brindó por hacer de este planeta algo tan bello como el universo que la rodeaba. Se esforzó y lo hizo bien.

Pero en algún momento, sus hijos predilectos le dieron la espalda. Aquellos que debían ser sus más justos defensores, olvidaron las lecciones de humildad, olvidaron el conocimiento esencial que dio paso a la ética y la moral, olvidaron los conceptos de igualdad, de justicia, permitieron la ruptura y los sucesivos quiebres, y hasta perdieron la capacidad del sano juicio como especie. Esa que permite a los gansos volar en perfecta formación, a las hormigas edificar sus hormigueros, a las abejas proteger sus panales.

En definitiva, el instinto u orden natural se nos atrofió. Hace tiempo.

El fracaso como especie fue el factor desencadenante de la Guerra del Hambre.

Irónicamente, nos pasó lo mismo que con el concepto de diversidad. Lo creamos demasiado tarde.

Aunque fuimos la primera especie de este planeta en sufrir desabastecimiento de comida, fuimos la última en aceptarlo.

Y dicho sea, si aceptamos que estábamos inmersos en una Guerra del Hambre, fue porque nos transformamos en alimentos. En comida.

()

Como seres racionales, a lo largo de nuestra historia hemos intentado, de una manera u otra encontrar respuestas a todos nuestros “por qué”.

Al azar, a la suerte, intentamos encontrarle una explicación, calculando las probabilidades.

Pero la suerte no es matemáticas...la suerte es universal.

Esto es bien sabido por la fauna y flora que nos rodean y con la cual convivimos. La naturaleza ha hecho de la suerte universal, un bien perfectamente distribuido, un sistema sostenible per se, y por el universo.

Sin embargo, ahora que nuestro destino como especie parece sellado y nuestra desaparición inminente, sigo sin comprender cómo existen quienes aún se preguntan por qué...y creen que la suerte es un cálculo de probabilidades.

Lamentablemente, fueron los mismos que alentaron la inconsciencia y fomentaron la idea de normalidad ante la realidad que se desmembraba víctima de la verdad irrefutable. Todo, aseguraron, forma parte del cauce normal de las cosas.

A decir verdad...en parte tenían razón. Nada era casual y todo estaba perfecta y minuciosamente planificado.

()

La naturaleza sabe y el universo ha previsto, que en la curvatura del círculo residan todas las respuestas. Y la única.

La continuidad del trazo que moldea el círculo es tan bellamente intencionado como las órbitas de los engranajes subatómicos. La perfección bidimensional que puede precisar un cálculo matemático no explican las perspectivas universales y multidimensionales que dieron finalmente forma redonda a los astros y planetas que observamos.

La perfección de la curvatura en la órbita convexa de un asteroide es la que permite observar a través de un telescopio las fotografías de la espiral surrealista de los gases que dibujan su cola.

A pesar que ahora quedamos demasiado pocos y estamos demasiado aislados, espero no ser el único en conocer esto.

Deseo con lo poco que queda en pie de mi espíritu que algún día la naturaleza nos perdone, y que a los pocos que queden, se les permita sobrevivir.
()

Cuando la temperatura promedio del planeta aumentó, supusimos que subirían las aguas de los océanos, que sufriríamos inundaciones, y agresiones de parte los océanos. Pero no contamos con la suavidad y la perfección del trazo con que planifica la naturaleza, ni con la armonía y coordinación de la orquesta sinfónica conformada por la biodiversidad del planeta, exceptuando claro, al hijo renegado.

Si quieres restaurar la biodiversidad del planeta, lo primero que necesitarás será forestación, mayores espacios selváticos. Y para ello, necesitas humedad. Algo puedes tranquilamente agregar a la atmósfera si lo que precisamente ahora te sobra, es agua.

Los océanos no crecieron jamás lo que supusimos, de hecho, el aumento de la humedad en el aire de manera tan agresiva y repentina generó un cambio completo de la climatología planetaria. En menos de una década pasamos a promediar mas un noventa por ciento de humedad en la atmósfera respirable, o sea, al nivel del mar. Y esto abarcó toda la curvatura del círculo. El planeta entero estaba sumergido en agua, en llovizna.

Las temperaturas se hicieron extremas, pero la humedad generaba que el ser humano las percibiese con mayor profundidad. Vivíamos empapados, o calados por el frío hasta los huesos, o inmersos en un sauna que tumbaba elefantes.

No vale la pena referirse a como este pequeño cambio natural afecto a los bienes y a la sociedad humana en general. A nivel mundial, la sistema que sostenía a la comunidad de naciones y al orden social, colapsó.

Enorme como era, el colapso o la agonía se hicieron infinitos. Aún no pasa un día sin que algún grito aterrador atraviese el horizonte del silencio.

A nivel individual, la madre naturaleza nos robó el alma, el espíritu.

Primero devolviéndonos en enormes y húmedas partículas toda la contaminación que nosotros habíamos escupido al cielo. Hermosa ironía, verdad?

Después de hacer el aire irrespirable, comenzó a mermarnos con viejas enfermedades, que por las nuevas condiciones, ahora eran terriblemente eficaces.

Los primeros en perecer, obviamente, fueron aquellos a quienes habíamos dejado más desprotegidos, los pobres seres humanos que formaban parte del grupo con menos recursos.

Eso le permitió a la naturaleza recuperar terreno.

Las condiciones selváticas dieron fuerza a la milicia de los insectos. Las plagas de hormigas, cucarachas, mosquitos, y demás hordas de 6 o más patas atacaron por todos los frentes.

Acobardados por las condiciones externas, los restos de la sociedad humana habían comenzado a blindarse del exterior, pero de alguna manera u otra, los insecto siempre llegan.
Cuando comprendimos que las condiciones externas habían favorecido el aumento considerable de todos tipo de fauna, además de la flora, fue muy tarde.

Las aves habían comenzado a mostrar conducta agresiva, pero eran los carnívoros, los que comenzaban a asolar las ciudades.

Como un ejército perfectamente sincronizado, la naturaleza exhibía todo su poder y su dominio planetario. Mostraba sus derechos plenipotenciarios.

Los herbívoros arrasaban cualquier tipo de cosechas, los bichos arruinaban todas las previsiones, y los carnívoros dejaron de tener miedo.

La naturaleza no tiene miedo. No calcula probabilidades. Simplemente sabe hacer.

()


Ahora mismo una manada enfurecida rodea mi casa. Puedo distinguir más de cinco especies de carnívoros distintas husmeando entre los huesos de mis antiguos vecinos por un pedazo de carroña.

En cualquier instante mi estómago gruñirá por el hambre, y ese será el sonido más ensordecedor en todo el lado Oeste de la periferia de París.